Escuchamos y leemos frecuentemente acerca de la importancia de beber agua en cantidad suficiente para contribuir a un mejor funcionamiento de nuestro organismo. Sabemos de las innumerables ventajas de mantener una dieta sana y equilibrada en la cual la ingesta de líquidos es de importancia fundamental.
Incluso desde la medicina, cuántas veces nos ha dicho el médico, aún frente a dolencias de índole diversa lo esencial que son, o bien los 2 litros diarios, los 8 vasos, o la cantidad que se considere adecuada de agua para cada persona. Pero, ¿qué significa “cantidad adecuada”?
Existe un límite que si traspasamos se convierte en exceso y, como tal, tenemos que prestar mucha atención para evitar caer en situaciones de igual y aún en ciertos casos mayor gravedad que la falta de hidratación. Este mal, que se ha dado en llamar “potomanía” es un desequilibrio que nos hace sentir grandes deseos de beber líquidos. Tratándose de agua el término específico que se aplica es “polidipsia”.
En circunstancias normales hablamos de consumir de 1,5 a 2 litros diarios cuando hace calor, cantidad que las personas mayores deben tener especialmente en cuenta, ya que a edades avanzadas disminuye la sensacion de sed. Podemos aumentar esa cantidad si, por ejemplo, estamos realizando ejercicio físico porque transpiramos y al hacerlo perdemos líquido. También si estamos enfermos pues, en este caso, el agua va a contribuir al transporte y eliminación de toxinas.
Pero cuando, sin motivo aparente aumenta de manera llamativa nuestra sed, debemos consultar con un médico para que investigue la posibilidad de la existencia de diabetes, ya que es uno de los primeros síntomas que muestra esta enfermedad. También hay que ser cauto con ciertas dietas que proponen consumir agua como forma principal para adelgazar, dado que la “desmineralización” que conlleva puede provocar daños orgánicos irreparables.
Por tratarse de una enfermedad mental el tratamiento recomendado es psicológico o psiquiátrico.
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